martes, 8 de julio de 2008

En el estudio



Las hojas secas delatan mi presencia en el silencio del jardín, vestido de color, cuando recorro el tapiz sobre la grava del patio, tejido con los abundantes destellos cromáticos que las ramas no pudieron contener.

Descubro que la tierra respira y destila una fragancia fresca cuando el fuego estival se hace débil en la hora vespertina, y el coger la bicicleta al acabar el trabajo se convierte en un acontecimiento que habla a los sentidos.